La Segunda República Española
En las elecciones municipales del 12 de abril de 1931, que llevaron a la II República, en Pamplona triunfó la Coalición católico-fuerista con 17 concejales frente a los candidatos republicano-socialistas con 12.63 En Pamplona se repitieron el 31 de mayo tras la impugnación republicano-socialista, con victoria de estos con 15 concejales frente a 14 ediles de las derechas.64 La alcaldía estuvo ostentada primero por Mariano Ansó del Partido Republicano Autónomo Navarro y posteriormente por Nicasio Garbayo, de Acción Republicana.
Desde 1932 los requetés comenzaron a actuar provocando enfrentamientos armados en las calles de Pamplona y su comarca. Encabezaban estas acciones relevantes militantes tradicionalistas, como Silvano Cervantes, Mario Ozcoidi y Jaime del Burgo (padre de Jaime Ignacio del Burgo).
La Guerra Civil (1936-1939)
Tras la victoria del Frente Popular en las elecciones generales de febrero de 1936, el general Mola fue destinado a Pamplona como gobernador militar procedente de Marruecos. Este traslado se produjo como un intento de separación de ciertos mandos militares de los que se tenían sospechas de su poca fidelidad al gobierno republicano.
Los resultados de las elecciones de febrero en Pamplona fueron claramente favorables a las fuerzas de derecha. El bloque de derechas, del que formaban parte los carlistas, obtuvo 11.963 votos, mientras que el bloque de izquierdas se quedaba en 2.416, igual número que los conseguidos por los nacionalistas vascos.
La conspiración contra el gobierno recién salido de las urnas se empezó a fraguar en la ciudad. El entonces director del periódico Diario de Navarra, Raimundo García García, conocido por "Garcilaso", hizo de mediador entre el general Mola y los grupos carlistas, los requetés.
En la tarde del 17 de julio de 1936 se produce el golpe de Estado contra el gobierno de la República en África. En la ciudad, donde se había fraguado buena parte del operativo, es apoyado por las fuerzas de derechas y triunfa sin problemas, con excepción de algunos altercados en sus calles. En la tarde del día 18 el comandante de la Guardia Civil en Navarra, José Rodríguez-Medel Briones, tras discutir con el general Mola por mantenerse leal a la República, fue asesinado por uno de sus subalternos, quedando, de esta forma, anulada la posible resistencia a la sublevación.
Así los sublevados imponen su orden en la ciudad haciendo público el bando, que previamente había sido impreso en las rotativas del Diario de Navarra, y pasando a confiscar propiedades de partidos y grupos políticos contrarios al alzamiento y a realizar ejecuciones, mediante fusilamiento, a personas que a los ojos de los alzados no eran de fiar, que se llevaron a cabo en la parte de atrás de la ciudadela y se prolongaron desde el comienzo del alzamiento militar hasta después de finalizar la guerra. Fueron fusiladas en la ciudad 303 personas, entre ellas seis que habían sido concejales: Florencio Alfaro Zabalegui, Gregorio Angulo Martinena, Corpus Dorronsoro Arteta, Victorino García Enciso, Mariano Sáez Morilla e Ignacio Sampedro Chocolonea.
El fuerte San Cristóbal, situado en la cima del monte Ezcaba y cerca de la ciudad, fue convertido en cárcel durante la República y continuó siéndolo durante la guerra bajo el control de las tropas del bando sublevado. El 22 de mayo de 1938 se produjo en el fuerte una de las mayores fugas en la historia mundial, con 795 presos huidos de los 2.487 encarcelados. Solamente tres de ellos consiguieron escapar y cruzar la frontera con Francia, mientras que 211 cayeron bajo las balas de los militares franquistas y el resto fueron recapturados. De los detenidos, 14 fueron condenados a muerte y fusilados el 8 de septiembre de 1938 junto a la Ciudadela de Pamplona.
La Dictadura Franquista
Como en el resto de España, las principales calles de la ciudad son renombradas en honor a los "héroes" de los vencedores, pasando a llamarse Avenida del General Franco, Mártires de la Patria, General Mola... Además, se levanta el Monumento a los Caídos, diseñado por los arquitectos José Yárnoz y Víctor Eusa y llamado oficialmente "Navarra a sus muertos en la cruzada", en el que estuvieron sepultados los generales golpistas Mola y Sanjurjo hasta noviembre de 2016 , y se rinde homenaje a los fallecidos de las tropas sublevadas. Las buenas relaciones con la Iglesia Católica, todavía en esa fase del régimen, facilitan que el Ayuntamiento ceda los terrenos necesarios para que se construya la Universidad de Navarra y la Clínica Universitaria de Navarra, lo cual tuvo un gran impacto en la economía de la ciudad y también influyó socialmente en su población.
Sin embargo, el Consistorio pamplonés en este periodo es singular con respecto a España. El reconocimiento de Franco del régimen foral navarro llevó a que la ciudad fuera gestionada por varios "alcaldes sociales" (en el que destacó Urmeneta) que promovieron la participación ciudadana, enfrentándose en ocasiones al régimen. Al mismo tiempo, en la ciudad se produjeron importantes huelgas que se iniciaron en 1951, y que en los años 60 y 70 llegó a tener la mayor conflictividad del Estado.
En poco tiempo, la ciudad se duplicó en población, pasó de unos 72.000 habitantes en 1950 a 147.000 en 1970.72 En el periodo desarrollista se impulsa y construye en Pamplona el polígono industrial de Landaben que fue contemplado en 1964 en el Plan de Promoción Industrial de la Diputación Foral de Navarra. El polígono industrial trajo consigo un cambio en las relaciones económicas de la ciudad, que hasta entonces habían estado basadas en las actividades comerciales, rurales y de servicios con una actividad industrial meramente artesanal.
La Transición
Con la muerte de Franco en 1975, se abre un proceso para convertir la dictadura franquista en un sistema democrático similar a otros países europeos. La cuestión territorial es uno de los principales asuntos que se debía organizar. Algunas fuerzas políticas consideraban que el País Vasco y Navarra debían de organizarse en una única autonomía, incluso en un Estado independiente, con Pamplona como capital.73 En ese periodo el Ayuntamiento incrementó el impulso de la participación ciudadana, lo que provocó la suspensión gubernamental del alcalde Javier Erice, y en 1977 izó la ikurriña en su balcón, lo que llevó a la dimisión de varios ediles.
En esa época se producen en la ciudad frecuentes disturbios en sus calles, atentados de ETA y acciones violentas de la extrema derecha, estas amparadas en ocasiones por el Estado. Dentro de las diferentes luchas por las libertades, esta situación fue similar a la del País Vasco. Destacan en Pamplona la virulencia de la semana proamnistía de mayo de 1977, con dos muertos de los siete habidos en el País Vasco y Navarra y, en especial, los Sanfermines de 1978. El cambio político del Partido Socialista de Navarra, en el que abandona la unidad con el País Vasco y apuesta por el desarrollo autonomista navarro, con el Amejoramiento del Fuero en 1982, marcó un significativo cambio en el futuro de Navarra.
Entre los atentados de ETA llevados a cabo en Pamplona destaca el asesinato en 1998 de Tomás Caballero, que fue alcalde de la ciudad al inicio de la transición y que en ese momento era concejal por Unión del Pueblo Navarro. Ya en siglo XXI el Ayuntamiento crea una Dirección General de Paz y Convivencia que desarrolla acciones para honrar la memoria de las 27 víctimas de ETA en la ciudad.
A pesar de todo se fue produciendo el desarrollo como ciudad de servicios e industrial, cabeza del "viejo reino de Navarra", consiguiendo una de las cuotas de desarrollo más altas del Estado español.
Siglo XXI
En la actualidad, superada la transición a la sociedad industrial, se presenta como una ciudad de tamaño medio que reparte su actividad entre la industria y los servicios, destacando la excesiva dependencia del sector automovilístico, en torno a la fábrica de Volkswagen.
A comienzos del siglo XXI ronda los 200.000 habitantes y se sitúa en el centro de un área de influencia de 360.000 habitantes. La conversión de las antiguas zonas militares situadas en el centro de la ciudad en parques públicos y zonas verdes y la adecuación de espacios de esparcimiento a las afueras han hecho de Pamplona la ciudad española con más zonas verdes por habitante y la sexta de la Unión Europea de los 27. El crecimiento urbano, tecnológico, económico, social y cultural que se da en la ciudad hacen que ésta tenga una elevada tasa de servicios sociales, de oferta educativa y sanitaria, de espacios dedicados al ocio, de polos de actividad industrial o de comunicaciones. El proceso de modernización cuenta con numerosos hitos, como la inauguración en 2003 del Palacio de Congresos y Auditorio de Navarra, la puesta en marcha de varios centros cívicos culturales (denominados bajo la marca "Civivox") en diferentes barrios de la ciudad, así como un importante impulso a las comunicaciones que comenzó el 9 de noviembre de 2007 con la nueva estación de autobuses, los planes de ampliación del aeropuerto y la futura conexión a la red de ferrocarriles de alta velocidad mediante una conexión con la Y vasca y el eje del Ebro. Por otra parte, Pamplona se postuló como candidata española para Capital Europea de la Cultura de 2016, año en el que compartirán la capitalidad una ciudad española y otra polaca,83 aunque no llegó a estar entre las seis finalistas.